jueves, 10 de septiembre de 2015

La insalubre ansia adquisitiva.

Bienvenidos un día más a mi blog!

En mi entrada de hoy hablaré de los niveles extremos de hype que nos hacen perder el control de una forma ridícula. El hype por si alguien no lo sabe es el resultado desatado en las carnes del consumidor de la expectativa creada sobre un producto por los creadores del mismo.

Es perfectamente normal sentir hype cuando anuncian un juego, figura, serie de anime, manga o película que nos gusta. También es normal que este aumente cuando se acerca la fecha de lanzamiento, pero... ¿qué sucede cuando no sabemos sobrellevarlo?

Os contaré una anécdota que viví en un FNAC al que fui el 27 de agosto, donde me quise comprar un pack de DVDs con la serie de anime Escaflowne, pero esto no viene al caso, lo que sí guarda relación es que en el momento en que fui a pagar el cliente que estaba delante mío le preguntó al dependiente si le podía vender el pack de PS4 edición Metal Gear Solid V The phantom pain, cuya fecha de lanzamiento oficial era el 1 de septiembre. El dependiente lógicamente le dijo que no se lo podía vender, que ni siquiera les había llegado y no lo tenían en el almacén, que les llegaría al día siguiente, el 28 de agosto. El extrahypeado cliente le pidió si se la podían vender al día siguiente y el dependiente lógicamente le dijo que no. Ahora vamos a lo lamentable de la situación:

El cliente se sacó 400 euros y abanicándolos debajo de la nariz del dependiente le espetó "mira, aquí tengo 400 pavos, tú eliges si quieres que te los gaste a ti o si me voy al GAME, que ahí me dan "puntitos" (hago especialmente énfasis en la palabra PUNTITOS por el tono en que la pronunció). Lo dijo además con el mismo tono que un caballero medieval emplearía para pedir la mano de la princesa, de forma altanera, solemne y con una máxima seguridad en que se iba a salir con la suya. El dependiente insistió en que eso era imposible. La cosa siguió así durante 20 minutos, hasta que el dependiente se fue para preguntarle a su jefe si sería posible que el cliente pudiera tener su PS4 el día 28, aunque todos sabíamos que era una batalla perdida porqué las grandes cadenas no se exponen a la sanción que conlleva la violación de la fecha de un lanzamiento. Yo estaba desesperado porqué solo quería pagar el artículo que me quería llevar, así que para ver si lograba que nuestro Quijote de los tiempos modernos dejara de pelearse contra el malvado gigante esta vez personificado por un dependiente en vez de un molino, le sugerí que si quería tener antes su PS4 edición Metal Gear la comprara a través de Xtralife, que se la mandarían a casa y la podría tener antes del 1 de septiembre con un poco de suerte. Él me preguntó ¿pero me darán puntitos? (eso casi quebró mi alma y mi psique), yo le respondí que sí, que los podría acumular para futuras compras y que esa página está muy bien. El dependiente regresó comunicándole que el jefe había dicho que era imposible, que el día 28 de agosto no se la podrían vender, el cliente insistió durante 10 minutos más y se fue.

Resultado: yo tardé más de 30 minutos en pagar un artículo que en condiciones normales no lleva mucho más de 40 segundos. Durante esos 30 minutos presencié la lamentable escena de un hombre intentando extorsionar a golpe de abanico conformado con billetes a un empleado que solo cumplía con su trabajo. La épica pero infructuosa lucha de un hombre contra un malvado imperio que le negaba lo que le pertenecía, o por lo menos así lo debía ver él.

Así que me pregunto ¿merece la pena rebajarse y hacer pasar un mal rato a los demás por un objeto por mucho que lo deseemos y que lo acabaremos teniendo igualmente a los pocos días?

Bien, aquí me gustaría hablar de los factores que pueden desencadenar tan curioso fenómeno:

1- Lo que prometen los creadores durante meses antes de lanzar el producto, presentándolo como la fórmula definitiva contra el aburrimiento bien adornado con un marketing elaborado.

2- La sugestión al usuario de que necesita el producto. Antes eramos consumidores, ahora somos una extensión de los productos que nos venden. Sin ellos estamos incompletos, es como si nuestro brazo estuviera en una vitrina inalcanzable y nos prometieran que en tal fecha nos lo devolverán a cambio de pagar un coste económico. Las redes sociales contribuyen a ello y son un sugestionador más potente que la prensa. Los medios de comunicación pueden ir perdiendo credibilidad paulatinamente, pero lo dicho por otras personas que no pertenecen a la prensa en cambio va adquiriendo más valor porqué se acepta como una "verdad popular", que básicamente es una impresión compartida por una gran comunidad que a pesar de no ser un hecho empírico se acepta casi como tal.

3- Un potenciador de este fenómeno es el tiempo libre: hay mucho paro, por lo tanto hay poco que hacer, como hay poco que hacer buscamos formas de pasar el tiempo y si no las encontramos podemos llegar a sentir ansiedad.

4- Relacionado con el punto anterior, estamos físicamente más desocupados, con lo cual estamos más mentalmente ocupados, pero no sabemos hacía donde dirigir esos pensamientos y cualquier cosa que se nos presente que nos invite a pensar en ello es bienvenido, dicho en otras palabras, somos más receptivos.

Estos son los factores que yo percibo como desencadenantes de este suceso que se repite cada vez que se lanza un nuevo y atractivo producto en el mercado, con lo cual son las opiniones de una persona cualquiera, ya que no soy ni psicólogo ni sociólogo, pero al igual que cada uno de nosotros tengo una percepción del mundo que me rodea.

¿Y vuestra percepción sobre el asunto cual es?

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